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HISTORIA
GENERAL Y NATORAL DE US INDIAS,
ISLAS Y TIEaRA-FIRME DEL MAR OCÉANO, , .
El CAPITÁN fiOfíZAlO FERNANDEZ DE OVIEDO Y VALDÉs!
W
PRIMER CRONISTA DEL NUEVO MUNDO.
PUBLÍCALA LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA,
COTEJADA CON EL CÓDICE ORIGINAL, ENRIQUECIDA CON LAS ENMIENDAS Y ADICIONES DEL ALTOR, £ ILUSTRADA CON LA VIDA Y EL JUICIO DE LAS OBRAS DEL MISMO
POR
D. JOSÉ AMADOR DE LOS RÍOS,
lüiliviihio <Je Número Je dicho Cuerpo , Catedrático de Ampliacioa de la Literatura Española en la Universidad de cüla Corte, etc.
PRIMERA PARTE.
MADRID.
IMPRENTA DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
A CjklWU DE JOÍE nOORIlifEI, C.VttE OS » TÍCENTE ».iU , rVM. "4.
1851.
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o! J. C. Cet»*»»'
A SU AUGUSTA PROTECTORA
LA REINA DOÑA ISABEL II
EN TESTIMONIO DE PROFUNDA GRATITUD
LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA,
G?8480
ADVERTENCIA.
JLlesde que recayó en la Real Academia de la Historia el cargo de cronista mayor de Indias , ha mirado este Cuerpo como una de sus principales obligaciones la de atender, por cuantos medios tiene ásu alcance, al esclarecimiento de la historia de aquella rica parte del globo. La publicación de los historiadores primitivos, cuyas obras no han salido á luz , ya por no ser consideradas como verdadero ob- jeto de logro por los que al tráfico de libros se dedicaron en siglos anteriores, ya por no haberse conservado reunidos los códices en que se contenian, llamó viva- mente la atención de la Academia , dedicando á este propósito sus tareas. Entre los escritores á quienes daba preferencia , la merecieron especial los que habien- do vivido largo tiempo en el suelo del Nuevo Mundo , aparecian revestidos con la autoridad de testigos de los acontecimientos que narraban ; debiendo por tanto ser reputadas sus obras como irrecusables testimonios de la conquista, glorioso tim- bre de las armas españolas , que en vano intentaron anublar la emulación y la en- vidia.
Tres fueron las obras que mas directamente excitaron el celo de la Academia: la Historia general y natural de Indias, escrita por el capitán Gonzalo Fer- nandez de Oviedo y Valdés, primer cronista de América; la Historia de Indias de don fray Bartolomé de las Casas, y la Historia de Nueva España, debida á fray Bernardino de Sahagun. Difícil era en verdad el decidir cuál de estas pro- ducciones debia darse á luz primero , especialmente respecto de las historias de Oviedo y de las Casas : la importancia de ambas obras , bien que dirigidas á fin distinto, y la fé que merecian sus autores, quienes pasaron la mayor parte de su vida en aquellas comarcas , ejerciendo no pequeña influencia en los negocios pú- blicos , hacian con razón vacilar á la Academia , que se incHnó por último á en- cabezar la Colección de historiadores de Indias con la general y natural de Gonzalo Fernandez de Oviedo, atendiendo principalmente al orden cronológico, entre otras poderosas razones. Mas no se levantó por esto mano de los trabajos relativos á la Historia de Indias del Obispo de Ciudad-Real de Chiapa.
Ni eran entre tanto de poco bulto las dificultades que presentaba la adquisición de los manuscritos de Oviedo : dividida su Historia general en cincuenta libros, cuyos diez y nueve primeros, aunque publicados por el autor en 1535 * , habian recibido después de sus manos grandes adiciones y enmiendas, era empresa punto
i En la primera edición de la primera parte déla dejó Oviedo escritos. Como se advertirá en su lu-
Historia general de Indias se incluyó también parte gar, se imprimió también en iool el libro XX , pri-
(y no el todo , como generalmente se hacreido) del mero de la segunda parte, único de esta y de la tcr-
libro de los Naufragios , último de los cincuenta que cera que ha visto la luz pública.
VI ADVEUTEiNClA.
menos que imposible la de completar la segunda y tercera parle, todavia inédi- tas , por ignorarse el paradero de los libros que de una y otra faltaban. Manifes- taba no obstante, el diligente don José Alvarez Baena, en sus Hijos ilustres de Ma- (frÚ, que.ení Í1t5 habia dado comisión el marqués de la Sonora, secretario del (lespaciio-ílft Indias, 'á don Francisco Cerda y Rico, oficial de la misma secreta- ría,'para qué, "éñcón" irados ya en poder del marqués de los Trujillos y en la bi- blioteca Colombina algunos libros de los no publicados , ampliara sus investiga- ciones al descubrimiento de los restantes. Baena declaraba por último que á ex- cepción del libro XXVIII, noveno de la segunda parte, «todo se hallaba copia- do, comprobado y en disposición de imprimirse, » cuando dio á la estampa su Dic- cionario histórico ^. Pero si esta noticia de tan erudito biógrafo parecía allanar los trabajos de la Academia , pedidas las copias de Cerda al Ministerio de Gracia y Justicia de Indias , solo pudo averiguarse que en una memoria del referido litera- to constaba haber este dispuesto que se entregasen al archivo de dicho Ministerio los cuatro volúmenes de la Historia general de Indias que tenia recogidos , los cuales ó habian desaparecido, ó nunca se habian entregado. Quedaban en pié los obstáculos que se oponian al logro de los deseos de la Academia , habiendo solo obtenido de sus prolijas averiguaciones los últimos nueve libros de la segunda parte, que se custodiaban en la biblioteca Colombina.
No descansaba , sin embargo , la comisión que entendia en estos trabajos res- pecto de la primera parte de la Historia de Oviedo, cuyas adiciones tenia ya re- cogidas para su uso el docto académico don Juan Bautista Muñoz, empeñado en la plausible empresa de escribir la Historia del Nuevo Mundo. Mas no pudien- do estos apuntamientos satisfacer por una parte á los celosos individuos que for- maban la expresada comisión , y escaseando por otra de dia en dia los recursos con que la Academia contaba para dar cima á estas investigaciones , hubieron de suspenderse al cabo las relativas á la publicación del Oviedo , bien que sin re- nunciar en manera alguna á la esperanza de realizar un proyecto, cuya utilidad era universalmente reconocida.
Dos hechos vinieron por fin á colmar hasta cierto punto las esperanzas de la Academia : el señor don Miguel Salva , su individuo de número y bibliotecario de la patrimonial de S. M. , manifestaba al Cuerpo que cxistian en la citada biblio- teca, en dos gruesos volúmenes, los ocho primeros libros de la segunda parte y los doce de que la tercera se compone , los cuales fueron luego facilitados, de orden de S. M., á petición de la Academia. Casi al mismo tiempo venian á su poder los códices originales , que legados á principios del siglo XVII por el Maestre-escuela
2 Ignórase el fundamento que pudieron (cncr los autores de la Biographie Universelle anricnac ct múdeme para asegurar que en 1783 hizo el mar- qués de los Trujillos una edición completa de la Historia general y natural de Indias de Oviedo. Esta noticia , trasmitida después por Brunet, aunque con alguna reserva , no podia apoyarse en las pa- labras de Baena , quien solo aseguraba qup descu-
brió don Francisco Cerda y Rico en poder del mar- qués los dos tomos primero y tercero , copias anti- guas del origina! de la Casa de Contralacion de Sevilla. De ellos sacó Cerda el traslado, de que habla Baena; poro el marqués no dio á luz la Uisloriu, que lampcco tenia completa, y aunque se dispuso de real orden la publicación de la recogida por Corda, no llegó esto siquiera á emprenderse.
ADVERTÉiNCÍA. VU
de la catedral de Sevilla , don Andrés Gaseo , á la Casa de Contratación , y ad- quiridos después por don Luis de Salazar, habian pertenecido al monasterio deMon- serrate, á quien heredó aquel erudito cronista con su copiosa y rica libreria. Pero si el traslado de los referidos libros merecía toda fé, por haber sido hecho bajo la vi- gilancia del mencionado Maestre-escuela ; si los códices originales, retocados y aña- didos por el autor, aunque lastimosamente mutilados de algunas hojas, eran el mas seguro comprobante de los trabajos ya verificados, y la mas clara guia de los que era necesario emprender , todovia no fué posible dar por completa la Historia general y naliiral de Indias, pues que ni en la copia ni en el autógrafo existia el li- bro XXVIII, que no pudo tampoco encontrar Cerda, según el testimonio deBae- na. Nuevas diligencias se hubieron de practicar por tanto , á fin de llenar aquella laguna, no pudiendo ser mas satisfactorio el éxito que ha coronado estos esfuer- zos. El libro XXVIII, con algunos capítulos del anterior, de que antes no se te- nia noticia, se ha encontrado, pues, entre otros papeles procedentes del extin- guido archiTo de jesuitas , en un tomo en folio de cuatrocientas treinta fojas, siendo indudable , por la identidad de la letra , que fué desglosado en otro tiempo del traslado hecho por el Maestre-escuela de Sevilla, traslado que perteneció, an- tes de pasar á la bibhoteca de S. M.. á la del conde de Torre-Palma '.
Con estos seguros datos no era ya tan difícil llevar á cabo los trabajos, tantas veces interrumpidos , y confiados ahora exclusivamente al celo del académico de número don José Amador de los Rios. La comprobación de los libros antes reco- gidos , asi como la copia y cotejo de los nuevamente hallados , han exigido arduas y prolijas tareas, que terminadas sin embargo en breve tiempo , dieron á la Acá-* demia la seguridad de que podia sacarse á luz la primera parte de la Historia general y natural de Indias, tan completa y autorizada como es hoy posible, logrados afortunadamente los originales. Para suplir las cortas lagunas que en estos resultaban, se ha tenido presente la edición de 1555, la cual ha pare- cido mas auténtica y segura que la de 1547, no solamente por haber cui- dado de ella el mismo autor , sino también por no hacer este mención alguna de la segunda en los MSS. , á que daba la postrera hm;i en 1548, según se ad- vierte en muchos pasages de la Historia, y va notado en la Vida y escritos de Oviedo.
Extremado ha sido el esmero que se ha puesto en esta edición, procurándose que no desmerezca del concepto, formado respecto de la Historia general y natural de Indias por cuantos escritores la mencionan. La Academia, no solo ha creído que se debía atender á conservar con sumo cuidado la dicción de Oviedo , sino tam- bién su pecuhar ortografía. La variedad que se observa en el autógrafo, respec-
3 Asi consta en la última hoja del primer volú- presa en la nota con que terminan puesta de mano
men ; pero atendiendo á las noticias que dá Baena de Antonio Gaseo , sobrino y amanuense del Maes-
de los dos tomos que poseia el marqués de los Tru- tre-escuela , se viene en conocimiento de que son
julos, y considerando que los dos gruesos volúme- unos mismos los referidos tomos, pareciendo pro-
nes de la biblioteca patrimonial de S. M. , que teñe- bable que de la del marqués de los Trujillos pasaran
rao á la vista , son copias antiguas de los códices á la librería del conde de Torre-Palma, de la Casa de Contratacioa de Sevilla, según se ex-
Vni ADVERTENCIA.
to de la escritura de algunas voces , ha obligado no obstante á deducir la regla general del mayor número de ejemplos ; pero á pesar de esto , ha sido tal el res- peto tributado al autor, que aun en las numerosas citas italianas y latinas que hace, se ha guardado su ortografía, consultando con frecuencia los códices y las edi- ciones mas antiguas de los autores por él alegados; pues que habiéndose valido de manuscritos é impresos contemporáneos , no parecia oportuno despojar á su Historia de este matiz de antigüedad, que tanto la recomienda á la estimación de los discretos *. La Academia ha deseado, én una palabra, no apartándose un ápice del códice original y conocida por él la ortografía del autor , que solo el papel y los tipos fuesen modernos.
La importancia de esta y las demás producciones de Gonzalo Fernandez de Ovie- do , cuya infatigable pluma se consagró exclusivamente á los estudios históricos, exigia que se diesen al público algunas noticias de aquellas útilísimas tareas , des- conocidas en su mayor parte aun de los que se precian de eruditos. A tal pro- pósito cumple sin duda el trabajo que sigue á esta Advertencia, encomendado también al señor don José Amador de los Rios, quien recorriendo paso á paso los acontecimientos principales de la vida del primer cronista de Indias, señala oportunamente las vicisitudes que padece, y observa el contraste que presentan estas con sus empresas literarias , ofreciendo por último el juicio de todas las obras, cuya autenticidad está reconocida, y mas detenidamente el de la Historia general y natural de Indias.
Al fin de la tercera parte, última de la misma obra, ha parecido conve- * niente poner un glosario de las voces americanas usadas por Oviedo, las cuales, ó se han acllniatado y hecho frecuentes en nuestra lengua , ó pueden servir de nor- te para intentar algún ensayo respecto de los numerosos dialectos ó idiomas que hablaban los indios, al verificarse la conquista. En la parte de este trabajo relati- va á las ciencias naturales , se ha consultado , para mayor ilustración , al labo- rioso y entendido académico de la Real de Ciencias, don Mariano de la Paz Graells, gefe también del Museo de Historia natural, y catedrático de la Facul- tad de Filosoüa de la Universidad de esta Corte. Igual servicio ha prestado á la Academia el no menos celoso profesor don Manuel Maria de Caldo , quien ha en- tendido con un esmero digno de todo elogio en la comprobación de las plantas y animales, cuyo diseño pressnlaba Oviedo, cuidando al propio tiempo de obtener la mayor fidelidad en los grabados.
Con tales medios ha contado la Academia : la publicación de la Historia ge- neral de Oviedo comienza, pues', á realizar el proyecto años há concebido, abrigando esta Corporación la lisongera esperanza de llevar felizmente á cabo la Colección de Historiadores de Indias.
4 Lo mismo se ha hecho respecto de los nombres la milicia , sino también respecto de las letras , cu- propios y geo ,'ráficos , que ó ha modificado ya el yo mas importante instrumento es la lengua de ca- uso , ó han tomado d ;si)ues carta de naturaleza en da pueblo. Los irrefragables testimonios flel progre- nuestro suelo. Las histori is escritas en ios pasados sivo desarrollo de una nación se encuentran ma- siglos no deben solo considerarse como monumen- yormenle en la historia de su lengua, tos de civilización respecto de la política, la loga ó
VIDA Y ESCRITOS
DE
GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO Y VALDES.
I.
Estado político de Casulla á fines del siglo XV. — Conquista de Granada. — Descubrimiento del Nuevo Mun- do.— Renacimiento de las letras. — Esludios clásicos. — La Reina Católica alienta y estimula los trabajos históricos. — Crecido número de cronistas de su reinado. — Gonzalo Fernandez de Oviedo. — Su patria y cali- dad.— Su educación. — Preséntale en la corte el duque de Villahennosa. — Conoce en Granada á Cristóbal Colon. — Forma el proyecto de escribir la historia de sus expediciones. — Su amistad con los hijos de aquel he'roe. — Predilección del príncipe don Juan hacia Oviedo. — Muerte del príncipe. — Peregrinación de Oviedo por Italia. — Su trato con los mas celebrados pintores. — Su amistad con Pontano, Serafín del Águila y Sanna- zaro. — Visita á Roma — Entra al servicio de don Fadrique de Ñapóles. — Vuelve á España. — Sucasamientoy primera viudez. — El Rey Católico le elige para el servicio del duque de Calabria. — Su segundo casamiento. — Pretende llevarle á Italia por su secretario el Gran Capitán. — Alístase en la expedición de Pedradas Dávila. — Es nombrado Veedor de las fundiciones del oro de la Tierra-Firme. — Parte al Nuevo Mundo. — Contraste que ofrecen á su vista la cultura de Europa y el estado de las Indias.
JCjNTre los ingenios españoles que deben su educación y fama al glorioso reinado de los Reyes Católicos , merece sin duda lugar señalado Gonzalo Fernandez de Oviedo , cuya vida activa y laboriosa, cuya acrisolada lealtad y generosa constancia están revelando el espíritu de aquella felicísima era, en que parecía levantarse la nación española de un sueño profundo , para conquistar entre todos los pueblos el mas elevado asiento. Grandes males babian afligido á Castilla durante los turbu- lentos reinados de don Juan II y Enrique IV , cuando plugo á la Providencia asentar en el trono de los Alfonsos á una muger, dotada de corazón magnánimo y claro talento , á quien estaba reservada la noble empresa de curar tan bondas beridas. Cenia Isabel en 1474 la corona de sus mayores, y cinco años adelante heredaba Fernando , su esposo , el cetro de Aragón , formándose de esta manera un solo pueblo de aquellos dos poderosos reinos, hasta entonces rivales.
Yacía la administración, á su advenimiento, en un caos espantoso: era un vano nombre la justicia , y ni la hacienda reconocía otro sistema que el antiguo y re- probado desorden de los almojarifes , entregadores y recogedores judíos , ni el Consejo de los reyes ejercía su influencia legitima en los negocios públicos , ni lograba por último ser respetada en todas partes la magestad real , con grave des- doro y menoscabo de la corona. Clamaban los pueblos por salir de tan angustiosa TOMO I. • 2
X VIDA Y ESCRITOS
servidumbre , y aquellos dos príncipes , que no desconocian los peligros que les rodeaban , comprendiendo que la única senda de salvación era la acertada organi- zación del Estado , acometieron tan ardua tarea llenos de aliento y de esperanzas. La creación de los Consejos Supremos de Castilla , de Aragón , de Hacienda y de Estado , dictada en 1480 , deslindando todas las atribuciones de la administra- ción , vino por una parte á manifestar la firme voluntad de los Reyes y á descu- brir por otra la extensión de aquella política previsora , constante é inflexible, que debia someter al elemento monárquico cuantos elementos sociales habían bas- ta entonces existido en completo divorcio.
Sujeto ya el pais á tan saludable como severo régimen, volviéronse los Reyes Católicos á la conquista de Granada, empresa en alto grado meritoria, y olvi- dada en los anteriores reinados entre el tumulto estéril de las discordias civi- les. La sorpresa de Zabara, llevada á cabo por Muley Hacen el siguiente año de 1481, rompiendo las treguas asentadas con los Reyes de Castilla, ofreció á estos justa ocasión de acometer aquella guerra santa, de donde debia salir purificada de sus antiguos extravíos la nobleza española, fuerte y poderoso el trono, respetada y temida la nación ibera entre todas las gentes. Diez años fueron menester , no obstante , para postrar del todo el poderío de la media luna , sacando uno á uno (según la feliz expresión del Rey Católico) los granos de aquella codiciada Grana- da. Al cabo lograba Isabel ver cumplida su esperanza, recibiendo el dia 2 de enero de 1492 las llaves de aquella poderosa metrópoli: la lucba comenzada en Cobadonga ocbo siglos antes habia terminado; y aquel trono vacilante y desau- torizado en 1474, aparecía ya vigoroso y robusto, ostentando en sus gradas una nobleza leal, aguerrida y sumisa , y un pueblo magnánimo, feliz é independiente.
La Providencia que asi premiaba los nobles desvelos de la Reina Católica, qui- so también coronar la purísima fé de sus creencias , poniendo á sus plantas el vasto imperio de un Nuevo Mundo. El ilustre y no comprendido piloto, que habia men- digado en vano el favor de las cortes extrangeras , el sabio Cristóbal Colon , lo- graba al fin ser oído por Isabel , y á poco tiempo cortaban naves españolas las mas remotas é ignoradas regiones del Océano. Colon volvía un año después á la corte de los Reyes CatóUcos, para ofrecerles las primicias de aquel inmortal descubri- miento, que despertando el espíritu aventurero de los españoles, abría ante sus ojos un nuevo teatro de hazañas y victorias, brindándoles al par con inauditas ri- quezas. No habia espirado aun el siglo XV, cuando la misma nación que, encer- rada por los Pirineos y rodeada por ambos mares, consumía todas sus fuerzas en restaurar su libertad y salvar la religión de sus mayores, tremolaba también sus estandartes en el centro de Europa, preparándose de esta manera á las grandes conquistas que en los primeros años del siguiente siglo la hicieron dueña de Na- varra y Ñapóles y le allanaron las costas del África , engendrando en la mente de Carlos I el pensamiento de la monarquía universal, tan constantemente acariciado por Felipe II *.
i Para prueba de que el pensamienlo de la los reyes, sino que habia cundido también entre los monarquía universal no solamente era abrigado por ejércitos españoles , copiamos aqui las siguientes lí-
DE GON. FERN. DE OVIEDO
X(
Mas si lograron los Reyes Católicos levantar en esta forma á la nación ibera del abatimiento en que yacia, borrando para siempre de España el imperio mahome- tano, no menores esfuerzos les debieron las ciencias y las letras, aletargadas du- rante el infausto reinado del último Enrique. La corte de don Juan II, si fué triste espejo de flaquezas políticas, encerró no obstante cuantos elementos de cultura se liabian elaborado en no remotos tiempos: imitáronse en ella las obras del arte tos- cano, ilustrado por tan altos ingenios como Dante y Petrarca; sintióse el renaci- miento de la poesia lemosina, halagada en Aragón por Juan II y don Enrique de Vi- llena ; y comenzaron finalmente á ser cultivados los estudios clásicos con predilec- ción y esmero. La Reina Católica que , miraba el ocio como fuente de vicios, no tuvo por completa la grande obra que estaba realizando, sin apartar á sus magna- tes y caballeros de los frecuentes peligros, á que los exponia su interminable hol- ganza. Para conseguir tan plausible intento, procuró atraer aquella desvanecida juventud á la honesta ocupación de los estudios, considerados al cabo como auxi- lio y complemento de la milicia *; y reanudando las tareas literarias que ilustra- ron la corte de su padre , alcanzó la gloria de ceñir á su frente la inmaculada aureo- la de restauradora de las letras. Daba Isabel la preferencia á los estudios históricos, y admirando los grandes hechos y varones de la antigüedad, ardia en el deseo de reconocer en su nativa lengua á los historiadores latinos, anhelando saborear al propio tiempo las bellezas que habian sembrado en sus inmortales obras los Hora- cios y Cicerones. La voluntad de la Reina, superior siempre á todo obstáculo, triunfó también en esta ocasión, siendo ella la primera que acometió con firme empeño la larca de aprender la lengua del Lacio', y trayendo á España los mas insignes humanistas que en Italia florecian, para fomentar aquellos estudios. A su ejemplo quiso unir el de su familia: Pedro Mártir de Anglería y los hermanos Geraldinos recibieron el honroso encargo de dirigir la educación de los infantes de Castilla, tarea que mas adelante compartieron respecto de la primera nobleza con v\ no menos docto humanista Lucio 3íarineo Sículo. Los duques de Guimarens y Villahermosa, el primogénito del duque de Alva, don Pedro Fernandez de Velasco, don Gutierre de Toledo y don Alfonso Manrique, siguiéronlas huellas de la Reina y
ncas , tomadas del mismo Oviedo: f.El qual (César) »ha seydo digno, mediante la divina clemencia (que »!e hizo merecedor de sus buenas venturas y nues- ))lras) de ser señor de tan valerosa nascion , para «que veamos al présenle, como se vee , la bandera ))de España celebrada por la mas victoriosa , acala- »da por la mas gloriosa, y amada por la mas digna »de ser querida en el universo. Y assi nos enseña »el tiempo c vemos palpable lo que nunca dcbaxo ))del cielo se vido hasta agora en el pudcrio é alta »magestad de aigund príncipe cripsliano ; y assi se «debe esperar que lo que cs!á por adquirir y ve- niiir al colmo de la monarchia universal de 7iucs- )itro Qésar, lo veremos en breve tiempo debaxo de )\su yugo y obcd.¡en9Ía. Y no digo solo esto por los «infieles; pero ni de los que se llaman cripsiianos, »s¡ dcxaron de rcconos9er por superior, como de-
»ben y Dios tiene ordenado, á nuestro Qe'sar ; pues »le sobran osados milites y gentes y no le han de «faltar riquezas que les reparta , assi de sus grandes «Estados de Europa y África , como desleirá nñ- «tad del mundo que comprchende sus Indias» {Hist. nat. y gen. de Ind., lib. VI, cap. 8).
2 Pedro Mártir de Anglería: Opus epistolarum, episl. i 15.
3 Hernán Pérez del Pulgar decia á la Reina con este propósito: «Mucho desseo saber cómo «va V. A. con el latin que aprendeys: dígolo, Se- «ñora, porque hay aigund latín tan zahareño que »no se dcxa tomar de los que tienen muchos nego- «cios ; aunque yo confio tanto en el ingenio de «V. A. que, si lo tomays entre manos, por soberbio «que sea, lo amansareys, como habeys hecho con volros lenguajes» (Letra XI, año <482).
XII VIDA Y ESCRITOS
de los príncipes, y dieron muy en breve inequívocas pruebas de su amor á las le- tras, amor que arraigó también en el pecho de las mas ilustres damns castellanas, entre quienes se distinguieron, con las dos hijas del conde de Tendilla, doña Lucia de Medrano y doña Francisca de Lebrija, las cuales emularon dignamente la fama ya adquirida por doña Beatriz de Galindo, maestra de la Reina Católica.
Brillante fué el resultado que tan decidida protección produjo en la república de las letras, tomando un vuelo inusitado todos los estudios: la teología y la ju- risprudencia, la füosofía y la literatura, la elocuencia y la historia, apoyándose poderosamente en la fdologia, recibieron ardiente culto, preludiando asi los glo- riosos dias del gran siglo que no en balde es llamado entre nosotros Siglo de oro. Prodigioso es verdaderamente el número de los importantes trabajos llevados á cabo cuesta felicísima época, no cabiendo pequeña parte en tan extraordinario movimiento á los cultivadores de la historia; y digna es por último de señalado aplauso la esclarecida cohorte de ingenios que dedicaron sus plumas á ilustrar, en vida, el inmortal reinado de los Reyes CatóUcos.
En esta edad y en esta corte nace, pues, se educa y florece Gonzalo Fernan- dez de Oviedo, quien animado de la mas viva gratitud, consagra.su vida entera á la memoria de aquellos Soberanos y al servicio de sus descendientes. Acaricia- do en su juventud por amiga suerte ; expuesto en su virilidad á los golpes del in- fortunio, y condenado á llevar siempre una existencia laboriosa y vagabunda, nos presenta Oviedo en sus numerosos escritos la mas evidente prueba de lo que al- canzan la actividad y el buen deseo y de lo que pueden la voluntad y la constancia. Impulsado por estos poderosos móviles, todo lo observa y examina, todo lo pre- gunta é inquiere, todo lo escribe y guarda en sus memoriales, que á donde quie- ra le acompañan desde la puericia, y que, aun á riesgo de la vida, logra salvar, como otro César, ora en el paso de hondos torrentes y caudalosos nos, ora en el centro de inaccesibles boscages, ya en medio de abrasadores desiertos, ó ya final- mente en las desconocidas sirtes del Océano. Su talento observador y reflexivo, su amor profundo á la verdad y el rehgioso culto que á la historia tributa , le po- nen la pluma en la mano: para Oviedo nada importa la magnitud de la empresa: contando siempre con la firmeza de su voluntad, si tiene por útil y meritorio el objeto de sus vigiüas, nada le arredra al emprender sus proyectos, nada le des- anima ni abate en mitad de sus tareas , reproduciéndolas una y otra vez con infati- gable tesón y levantado esfuerzo. Gonzalo Fernandez de Oviedo, si no aparece á nuestra vista como el mas elocuente y docto intérprete de la grande era que de- jamos bosquejada , es por tanto el mas vivo reflejo de los instintos y de las espe- ranzas de aquefla nación, que no cabiendo ya en los patrios confines , inundaba al par la Europa, el África y la América, aguijoneada siempre por el estímulo de la gloria, y prodigando siempre la sangre y las hazañas.
Oriundo del vafle de Valdés en las Asturias de Oviedo , nació Gonzalo Fernan- dez en Madrid en agosto de 1478 *, sin que nos sea djjdo señalar el nombre de
4 Refiriendo el mismo Oviedo una pendencia que acaeció en Barcelona, el año de 1493, enire don
y
DE GON. FERN. DE OVIEDO. XIU
su padre. Su calidad de hidalgo, de que se pagaba mucho y hace frecuente alarde en sus escritos, ha sido no obstante causa de sospecharse que pudo serlo ó ya Fer- nando de Oviedo, regidor de Madrid, ó ya Juan de Oviedo, secretario en Í4CG de don Enrique IV '. Dá mayor consistencia á esta fundada conjetura la circuns- tancia de traer Gonzalo Fernandez en algunos pasages de sus obras la autoridad de su padre , como testigo presencial de varios sucesos, acaecidos en la corte y pa- lacio de don Enrique , donde al parecer asistia mas obligado que devoto *. Mas no puede dejar de llamar la atención el silencio que gua'rda Oviedo sobre su fami- lia, cuando le vemos tan solicito en instruir á sus lectores en cuanto á su calidad y servicios concierne. Sea como quiera, es cosa averiguada que entró á servir desde su niñez en casa de don Alfonso de Aragón, segundo duque de Villahermo- sa, sobrino del Rey Católico y hermano de don Juan de Aragón, duque de Luna. Era el de Villahermosa uno de los magnates que mayor empeño habian mostrado en el cultivo de las letras, según queda advertido; y prendado del buen natural é inteligente viveza de Oviedo , crióle con especial afecto , procurando iniciarle en los estudios, y despertando en su corazón aquel inextiguible amor á los gran- des hechos que se refleja vivamente en todos sus escritos ^. No habia cumpli- do Gonzalo trece años, cuando el mismo don Alfonso, deseando labrar su fortuna, le sacó de aquella escuela de Minerva y de Marte , que este nombre dá Oviedo . á la casa de ambos duques, y le presentó en la corte de los Reyes Católicos, don- de obtuvo el nombramiento de mozo de cámara del príncipe don Juan , con el suel- do ó quitación de 8,000 mrs. anuales y título firmado por la misma Reina *.
Iñigo López de Mendoza y olro caballero, prosigue recuerdos, calló Gonzalo cotislanlemente el paren- de esta manera el diálogo que sostiene con olro per- leseo que tenia con Juan de Oviedo, mostrándose sonage: «Sereno : Que años habriades vos eston- por el contrario muy adicto á los Reyes Católicos. »ces?... Alcaide: Yo nací año de H18 y esto fue 6 Oviedo escribe: aOy decir á mi padre que se ))ano de í 493 ; habría algo mas de i4 años. Serenoí «avía hallado en Segovia en aquella sa9on , donde »Edad era essa para quedaros en la memoria lo que wel rey don Enrique el IV estaba é la reina doña »hays dicho. Alcaide : Mejor me acuerdo de lo que wJohana , su muger , etc.» {Bat. y Quinq. , III Bat., »aveysoydo quede lo que há pocos dias quepassó.» dial. 28 ). Y en otro lunar: «Yo oy á mi padre que {Bal. y Quinq., Bibliot. Nacional , Cod. Y. S9, folio wlo vio (estando en la corte) y conoció á Barrasa» 602). En elcapíluloXXlXdellib. Vldelal." í>artede {Quinq., /." Parte, Est. I2,íol. 204. Cod.orig.de la la Hist. gen. y nat. de Ind. dice el mismo Oviedo , ha- Bibliot. Nacional , Ff. 104).
blando del año 1548: «Una cosa diré aquí que aun- 7 Narrando Oviedo el famoso desafio del capí-
«que he setenta años , etc ;» y después anadia: é los lan Benavides y el comendador Urquillas , acaeci-
compli en el mes: de agosto en que estoy; pero esta do en Zaragoza, escribe*. «Súpclo lan menuda-
cláusula que subrayamos , fué después borrada por «mente porque la villa de Cortes en Navarra era en
él, aunque puede leerse fácilmente en el original. «essa sa^on de doña Leonor de Soto, duquesa de
(Real Acad. de la Hist., Cod. de Salazar, tom. I, fo- «Villahermosa, mi señora, madre de don Alonso
lio 181, enmendado 128). «de Aragón, duque de Villahermosa, m¡ señor,
5 El secretario Juan de Oviedo, era Señor efe «que me crió , al qual yo servíanles que sirvies-
Casasrubios del Monte , y habiéndose declarado por «se al príncipedon Juan.» {Bat. y Quinq., Y. 59, /b-
la Beltrancja , le fueron confiscados sus bienes por »lio 457.) En otra parte decia; «Porque el duque
los Reyes Católicos, luego que vencieron estos al de »de Villahermosa , el segundo duque, era su her-
Porlugal y á los parciales de doña Juana. El señorío «mano (de don Juan de Aragón, duque de Luna) y
de Oviedo fué donado á Gonzalo de Chacón, favorito «me avía criado» {Bat. y Quinq. 187 vto.).
de los Reyes, de quien le hubieron después sus he- 8 Hablando de los mozos de la cúmara del
rederos, saliendo por tanto desús primitivos posee- príncipe don Juan , y apuntando los nombres de
dores. Acaso por no despertar estos desagradables todos, se pone Oviedo en el último número, diciendo:
XIV
VIDA Y ESCRITOS
Tenia entonces el príncipe trece anos de edad, pues que habia nacido en junio de 1478, dos meses antes que Gonzalo; y esta favorable circunstancia, á que se agregaban el abierto genial y la reverente solicitud del mozo, fué causa de que le prefiriese don Juan entre todos sus servidores, asistiendo Oviedo y tomando parte en sus lecciones durante el dia, y entreteniéndole en los ocios de la noche con la lectura de los historiadores y moralistas.
Dos años contaba Gonzalo al servicio del príncipe, cuando abatido y quebran- tado el imperio de los granadles, rindióse aquella poderosa metrópoli á los es- fuerzos de Isabel y de Fernando. Procuraban los Reyes que el príncipe don Juan tomase enseñanza , como heredero de ambas coronas , en los ejemplos de la go- bernación y de la guerra : era la conquista de Granada la mas difícil empresa que en muchos siglos acometieron las armas españolas; y el Rey Católico, que en el otoño de 1490 habia ya armado caballero al príncipe ante los muros de aquella opulenta ciudad, asentado el cerco y fortalecidos los reales en el siguiente año, quiso que asistiese al ejército la Reina Isabel con todos sus hijos, á fin de quitarla última esperanza de salvación á los sarracenos. Siguió, pues, la corte Gonzalo Fer- nandez de Oviedo , y todavía en su adolescencia , tuvo la fortuna de conocer alli los mas ilustres varones que ala sazón florecían en España, y de presenciar los mas heroicos hechos, que iba ya recogiendo cuidadosamente, formando asi el in- apreciable tesoro de sus obras '. Conoció alli también á Cristóbal Colon , pobre y oscuro mareante , á quien la Providencia encaminaba á Granada, para ofrecer á la Reina la mas alta ocasión que han visto las edades. Oviedo, que se prendaba de lodo lo grande y extraordinario, no le perdió de vista desde aquel momento; y enterado con diligencia de su pasada vida, apuntaba cuidadoso todos los contra- tiempos que en la córtele sobrevenían. La rendición de Granada, en que hicie- ron intervenir los Reyes Catóhcos al príncipe don Juan , puso término á tan peli- grosas dilaciones , partiendo al cabo la feliz expedición de la isla de Saltes el 5 de agosto de 1492 , no sin que Oviedo formase el decidido propósito de escribir sq historia *^.
«Tenían en mi liempo 8,000 nirs. de quitación y » 12,000 en la despensa, que por tercios de quatro )7cn qiialro meses les pagaban , en dineros , cada ))nn año.» (Off. de la Casa Real de Casi. , Bibliot. Nacional, Cod. T. 88: Quinq. , ¡11.^ Part. , Est. 23.) Prescoll , Irwing , Ticknor , Ternaux y oíros es- critores exirangeros asientan que fué page , ya del príncipe don Juan , ya de los Reyes Calúlicos : se- mejante error, á que tal vez dio origen el mismo Oviedo, diciendo que se habia encontrado pagemu' chacho en la conquisía de Granada {Hist. gen. de In- dias , /.* Parte, lib. II, cap. 7) , queda enteramente desvanecido, cuando se advierte que esta frase solo determina la tierna edad que entonces tenia, siendo muchos los pasages de sus obras en donde hace relación del oficio que en la cámara de don Juan desempeñaba {Ad. á los Off. de la Casa Real: Hist. gen. de Ind., lib. VI, cap. ^). Debe sin embargo
advertirse que el deslino de mozo de cámara era nuevamente creado, cuando se concedió á Oviedo, siendo considerado como cargo de distinción , pues que se exigia la nobleza.
8f Al mencionar Gonzalo Fernandez la loma de Granada, el descubrimiento del Nuevo Mundo, la expulsión de los judios y la herida del Rey Catoli-» co , escribe: « Assi que, no hablo de oydas en nin- ))guna deslas quatro cosas sino de vista , aunque ))las escriba desde aqni , ó mejor diciendo , ocur- wricndo á mis memoriales, desde el mismo tiempo Mescriptas en ellos» {Hist. Gen. y Nat. de Ind., l.^ Par- te, libro 11, cap. 7).
iO En el pruhcmio que puso Oviedo al Suma" rio de la Natural Historia de las Indias, decia, dan- do al César noticia de sus trabajos literarios : aTodo »lo qual y oirás muchas cosas desla calidad muy «mas copiosamente yo tengo escripto y está en los
DE GONZ. FERN. DE OVIEDO.
XV
Echados los cimientos á la gobernación del nuevo reino y arrojados de España los judies, partieron entre tanto los Reyes Católicos de Granada la vuelta de Ara- gón, llevando en su compañía á las infantas y al príncipe don Juan, sus hijos. En Zaragoza permanecieron algunos meses, hasta que en el de octubre se encami- naron á Barcelona, donde estuvo el Rey á punto de ser víctima de la traición ó tle la demencia. «Viernes, siete dias del mes de diciembre (escribe Oviedo, les- »t¡go ocular del hecho), un villano natural del lugar de Rcmensa del Principado ))de Cataluña, llamado Juan de Cañamares, dio en Barcelona una cuchillada al «Rey Católico en el pescueco , tan peligrosa que llegó á punto de muerte : del »)qual traydor fué hecha muy señalada justicia, no obstante que segund paresció, él »estaba loco é siempre dixo que si le matara, que él fuera rey»". Aun no conva- lecido de la herida , tuvo don Fernando nueva ocasión de admirar la clara previsión de la Reina Católica, respecto de la existencia del Nuevo Mundo. El ilustre ge- novés , tenido antes por loco , llegó á Barcelona en abril del siguiente año , pre- sentando á los Reyes larga y brillante muestra de las riquezas que la desconocida América atesoraba: en pago de tan extraordinario servicio, no solamente alcanzó las mayores honras, conforme alas capitulaciones asentadas, sino que obtuvo la gracia, por él solicitada , de que sus hijos fuesen recibidos en el número de los pages del príncipe '*. Era esta favorable coyuntura á los planes de Oviedo, que solo contaba quince años, y no la desaprovechó por cierto: el respeto que Cristó- bal Colon le habia inspirado , se convirtió en acendrado cariño para con sus hijos. Distinguido por el príncipe , fué á Oviedo fácil empresa el iniciarse en la amistad de los jóvenes Diego y Fernando, inquiriendo de su padre por este camino cuanto ha- l3Ía sucedido en aquel viage, cuyo fruto era el descubrimiento de tan peregrinas re- giones. Mas aunque muchacho, habia ya aprendido Gonzalo que no debe la verdad histórica recogerse en una sola fuente , y á fin de comprobar los hechos que apuntaba, procuró informarse también de los hermanos Pinzones, y en especial de Vicente, con quien desde entonces sostuvo amistosa correspondencia ". Esta
«originales y chrónica que yo escribo desde <5|ue tu- »vc edad para ocuparme en semejan le materia, as«¡ »)de lo que passó en España desde el año 1490 has- tia aqui, como fuera deila» (Historiad, primit. délas Ind. occid , por don Andrés Gonz. Barcia, tomo I). En el capítulo 30 del lib.L y último de la III.^ Parle de la fíist. Gen. y Nat. de Ind. escribía después: «Doy i>(á Dios) infinitas gracias por la misericordia que «conmigo ha usado, pues sin elegancia de cir- »cunIoquios ni afeytes ni ornamentos de rethórica, ))sino llanamente lia dexrdo llegará tal estado esta General y Natural historia de Indias, conforme á «verdad, la qual ha que continúo desde el tiempo «que estas parles se descubrieron por el primero al- »nu"rante don Chripstóbal Colom, año de i492 hasta «el présenle de 1548; y pueshá einqüenta años que wen eslo entiendo , creer se debe que es historia».
i i Historia General y Natural de Indias, 1." Par- te , libro II , cap. 7.
i2 «Mas como era prudente hombre (Crislóba' »€olon) luego que á España fué con las nuevas del wprimero descubrimiento, suplicó á los Pieyes Ca- wlhólicosque oviessen por bien q le sus hijos el «príncipe don Juan los rcscibiese por pajes suyos... »E assi el príncipe don Juan tracto bien á estos sus ))hijos y eran del favoreseidos c anduvieron en su «casa hasta que Dios le llevo á su gloria en la cib- »dad de Salamanca año de 1407» {Hist. Gen. y Nat. de ind. , I." Parte , lib. IH , cap. 6).
13 Narrando lo ocurrido en los primeros viages que hizo Colon á las Indias , dice Oviedo: « Allende »de lo que, fuy informado dellos c otros del primero )ycamino, assi como de Vicente Yañez Pintón, que »fué uno de los primeros pilólos de aquellos tres her- wmanos Pin9ones, de quien queda hecha mención; «porque con este yo tuve amistad hasta el año de »lí)14 que murió» (Hist. Gen. y Nat. de Ind., I.'Par- lc,lib. 11, cap. 13).
XVI
VIDA Y ESCRITOS
juiciosa conducta , digna de edad madura , ha sido no obstante causa de que algu- nos escritores tengan á Oviedo por sospechoso , en cuanto á la historia de Colon se refiere **. Dispuesta entre tanto la segunda expedición del almirante, soli- citaron seguirle muchos criados de la casa Real , amigos ó conocidos de Gonzalo, á quienes rogó que le comunicasen cuanto hallaran digno de memoria. En este mismo año de 1495 conoció y trató en Barcelona á donFrey Nicolás de Ovan- do *', comendador de Lares, que en 1502 fué nombrado gobernador de la Isla Española, cuya capital recibió de sus manos considerables aumentos.
Restituyóse en 1494 la corte á Castilla, y con ella Gonzalo Fernandez ^*, de quien don Juan, su señor, se mostraba de dia en dia mas aficionado. Concerta- das entre tanto las bodas del príncipe y de la princesa Margarita, hermana del archiduque de Austria, determinaron los Reyes Católicos en 1490 ponerle casa y rodearle de la juventud mas ilustre y de los mas experimentados caballeros. Oviedo, que no habla salido aun de la esfera de mozo, logró entonces que el mis- mo príncipe don Juan le encomendase, con título firmado de su mano, la custodia y llaves de su cámara, cargo deque se manifestó aquel honrado y satisfecho ".
a Washington Irving en sn Vidayviagesde Cris- tóbjl Colon (.4/)endtce n.°